Los astrónomos rastrearon los choques interplanetarios causados por dos poderosas ráfagas de viento solar viajando desde el sol a Urano, luego utilizaron el Hubble para captar su efecto en las auroras del planeta gaseoso y se encontraron observando las auroras más intensas jamás vistas en el planeta.
Al observar este fenómeno con el tiempo, recogieron la primera evidencia directa de que estas poderosas regiones brillantes giran con el planeta. También volvieron a descubrir los polos magnéticos perdidos hace mucho tiempo, después de su descubrimiento por el Voyager 2 en 1986 debido a las incertidumbres en las mediciones y la superficie del planeta sin rasgos.
Auroras poderosas
Desde que la Voyager 2 transmitió imágenes espectaculares de los planetas en la década de 1980, los amantes de los planetas se han enganchado a las auroras de otros planetas. Este fenómeno es causado por corrientes de partículas cargadas como los electrones que vienen de varios orígenes como los vientos solares, la ionosfera planetaria y el volcanismo lunar. Se ven atrapados en potentes campos magnéticos y son canalizados hacia la atmósfera superior, donde sus interacciones con las partículas de gas, como el oxígeno o el nitrógeno, desencadenan espectaculares ráfagas de luz.
Urano el planeta helado
Las auroras de Júpiter y Saturno están bien estudiadas, pero no se sabe mucho sobre las del gigantesco planeta helado Urano. En 2011, el Telescopio Espacial Hubble de la NASA / ESA se convirtió en el primer telescopio terrestre que capturó una imagen de este fenómeno en Urano.
En 2012 y 2014 un equipo liderado por un astrónomo del Observatorio de París examinó las auroras utilizando las capacidades ultravioletas del Espectrógrafo de Imágenes de Telescopio Espacial (STIS) instalado en el Hubble.
Ellos rastrearon los choques interplanetarios causados por dos poderosas ráfagas de viento solar viajando desde el sol a Urano, luego utilizaron el Hubble para captar su efecto en las auroras de Urano y se encontraron observando las más intensas jamás vistas en el planeta. Al observarlas con el tiempo, recogieron la primera evidencia directa de que estas poderosas regiones brillantes giran con el planeta.
Finalmente, volvieron a descubrir los polos magnéticos perdidos hace mucho tiempo, después de su descubrimiento por el Voyager 2 en 1986 debido a las incertidumbres en las mediciones y la superficie del planeta sin rasgos.